miércoles, 31 de diciembre de 2008

En la casa

Estábamos viendo una repetición de un partido de la selección mexicana el cual se efectúo en marzo, de pronto Ivan me pregunta:
- Guido que hiciste en Marzo.
- No me acuerdo- respondí-.
- Seguro- agregó-.
- Creo que aun estábamos en la radio, no te recuerdas- le dije-.
-No , por esas fechas yo llevaba con Alicia un mes de novios, y ya habían cerrado la radio por Internet - dijo Ivan-.
- A bueno- finalicé-.

Esta mañana del ultimo día del año, no había mas aburrido que estar en mi casa.
Yo como siempre estaba solo en ella, y esta mañana Ivan llegó temprano para según él acompañarme a ver tv. Al cabo de unas horas me preguntó que había para desayunar, nada le respondí. Lo único decente que le pude invitar en ese momento fue un cigarro que encendí mientras el haría algo que después me arrepentiría de que lo hubiera hecho, Ivan puso Animal Planet y después jamas se atrevió a cambiarle de canal.
-Guido tengo hambre- me dijo-.
- mmm... pues ve en el refrigerador a ver que haya- le dije-.
- No mames no hay nada-.
-Pues ya ves, no he ido a comprar nada.
- Hay masa-agregó-.
-Jajaja... no me digas que vas hacer unas empanadas- le dije-
-Puta madre cabron, ahuevo, tengo hambre.
- Bueno no te enojes, ya por ahí hasme unas 4 .
- Pero mejor le hablo a mi vieja para que venga a hacernos de desayunar, y ya por ahí que se traiga a su prima ... no crees??
- Asu, ahorita, no me siento de humor.
-Calmate jajaja.
- puta madre Ivan ya cambiale de canal, estoy hasta la madre de ver Animal Planet.

Total que llamó a Alicia y ella no tardó mucho en llegar acompañada de su prima, una chica que llegaba de vacaciones, originaria de Orizaba.
- guido te presento a Abi- dijo Alicia-.
- Hola, mucho gusto- dije-.
-Hola, ya te conocía. fue en los quince de mi prima Alicia, tu andabas con una chava que creo que era tu novia y que se puso celosa porque conversaste conmigo- me dijo-
- Asi, ya recuerdo. Si por esas fechas tenia novia, y carajo era bien celosa.
-Jajaja.

Alicia entró a mi cuarto para hacer no se que cosa, y me gritó,
- Guido te ves bien lindo con Cesar en esa foto.
-A , gracias.
-Oye pendejo, tu no tienes una foto conmigo, mira tienes con Sofia, con Daniel, con Carlos y Cesar y yo no aparezco, te pasas culero- me dijo Ivan-.
- Cabron luego nos tomamos una, va chiquita- le dije-.
-Ni madre, y yo de pendejo trayendo en mi celular la foto que nos tomamos tu, Cesar y yo , enseñando el culo-.
- jajaja, apoko!!- dijo Abi-.
-Callate cabron- insistí-.
-No me sorprende, estos chamacos son bien putos- dijo Alicia-.
-paaaaaaaaa.....- agregamos Ivan y yo-.

Despues nos hicieron desayunar, se fueron y nosotros nos quedamos solos comiendo las empanadas con un queso chiapaneco espantoso a mi paladar, y como no teníamos salsa, les hachamos a las empanadas azúcar.
- oye, y si me da diarrea esto- le dije a Ivan-.
- Pues no mames guido, yo voy al baño, permiteme.

miércoles, 24 de diciembre de 2008

Diarios de peaton

Diaros de peaton.
Uno nunca sabe en donde puede encontrar una verdad y en que esquina te venden una excusa.
Por eso aunque uno anda siempre cuidandose del tranvia descarrilado que es vivir, pareciera que llegamos al punto retrocendiendo, no avanzando.
Por eso, hay que arriesgarse a vivir la vida como viene, ya que muchas veces los seres humanos siempre andamos esparando lo mejor para nosotros, ya sea en cuestion del trabajo, de la familia y hasta el amor. Claro no muchas veces obtenemos lo "mejor" para nosotros, por cuestiones raras, por cosas utopidas de la vida. Por eso debemos de salir a buscar las cosas nosotros mismos y no esperar lo mejor para nosotros sentados en una acera humeda llorando nuestras desdichas. hay que salir a la calle a respirar, la felicidad, las mentiras, las canalladas, los excesos, asi encontraremos el ejercisio exacto de vivir y no de sobrevivir.
atte, un tipo Loco.

martes, 23 de diciembre de 2008

La herencia de don Feliciano.

Yo vi cuando la vendieron. Yo vi cuando su padre, don Feliciano, el cuidador de becerros vendió a su hija Mercedes con un foráneo disque comerciante de ropa.
La pobre no pasaba de los quince años y era tierna como los pétalos de las rosas, sus ojos negros intensos sollozaban como las lluvias de mayo, era flaca y su color de piel era el de la azúcar morena.
Yo vi cuando su padre la tenia parada junto a él al pie de la puerta de su casa, vi cuando su hermano y sus otras dos hermanas que aun miaban la cama la despedían mientras le colocaban junto a ella una caja con su ropa, dos cacerolas de barro y una muñeca vieja que se llevaba la niña grande.
Su padre era inmune a las rogativas de la pequeña Mercedes, a ella la pobreza le mataba la inocencia.
Escuché a los perros ladrar cuando un hombre, su futuro esposo llegó con su camioneta destartalada a buscar la inmaculada herencia de don Feliciano; la casta y virtuosa de Mercedes.
Mientras don Feliciano reciba el dinero que había acordado por la venta del cuerpo de su hija, observé claramente la humanidad de aquel hombre ignoto. Él tenia puestas unas botas de culebra muy sucias, el pantalón con la bragueta rota y por culpa de su obesidad la camisa cuadrada que lo cubría carecía de dos botones; era muy feo y mal hablado , pero eso si, con el dinero suficiente como para comprarse una virgen de a deberás y llevársela a su cuarto.
Después de tener todo en orden lo subsecuente fue que comenzó apretar el frio en la sierra.
Mercedes vio por última vez su pobre hogar, camino en dirección hacia sus pequeñas hermanas y les susurró al oído con amargura:
— Váyanse de aquí cuando puedan.
— No podemos — contestó una de ellas—.
— ¡Que se larguen lo más pronto posible!
— No podemos hacer eso, tenemos hambre.
Aquellas palabras ostentaban la condición de infortunio que se implantaría en el destino de sus hermanas. No hubo una despedida familiar, ni mucho menos mas lagrimas, simplemente las manos se movieron en el aire de un lado a otro y la desdicha, madre de esta terrible realidad apretó el corazón de todos y cerró las ventanas del alma que son los ojos, secando así toda gota de felicidad.
Yo vi todo eso, y mientras se me escurrían las lágrimas de los ojos vislumbré como se alejaba la niña Mercedes.

Esa misma noche me fui a la cantina de Jonás, ahí quería emborracharme para matar mis pobrezas, mis penas. Aquel lugar no tenía moral, las cuatro paredes estaba teñidas en un acto ambivalente de alegrías y tristezas, nada ahí era sublime, todo era desaliñado y lánguido. Le pedí al cantinero un trago mas desde mi mesa, al instante miré como don Feliciano entraba a la cantina impasible. Ese anciano no debía de pasar de los sesenta años y cada invierno que pasaba en esta sierra su corazón se volvía más gélido.
— Don Feliciano, siéntese aquí — le dije—.
— ¿Quien eres tú? — me preguntó —.
—Soy Gaudencio, el mismo flaco que vivía enfrente de su casa. Me fui del pueblo con mis padres cuando tenía diez años de edad a los United States, pero me los mataron al cruzar y por eso sólo me quedé allá nueve años tratando de sobrevivir, y ahora vuelvo con más pena que gloria a mi pueblo.
— Pobre de ti muchacho.
—No se fije don Feliciano, la vida me ha hecho hombre y yo no sé rajarme, por eso decidí regresar para empezar de nuevo, aquí en este pueblo en donde no crese nada, en donde la tierra no produce mas que miseria y desgracia — le dije—.
Don Feliciano no se atrevió a contestarme, pido una copa de brandy y mientras la bebía yo miré en sus ojos la amargura de su persona, el descuido de amor en el que había vivido tantos años.
— Cuénteme a usted como lo ha tratado la vida.
—Pues uno siempre esta acostumbrado a sobrellevarla como puede, la pobreza no perdona, la pobreza duele en la panza — agregó—.
— Ahí son los pesares.
Mientras continuábamos bebiendo en aquella cantina de pobres él me contó que por fin tenia una excusa para burlarse de la pobreza, me dijo que había logrado cobrar la herencia que le dejó su esposa muerta. — No tuve otra cosa mas que hacer— narraba— su madre me dijo que Mercedes era lo único de valor que dejaba a la familia, y por esa razón tuve que venderla, siguiendo la tradición del pueblo — Don Feliciano ya estaba harto de andar siempre con el ombligo pegado al espinazo, ya no veía lo duro, si no lo tupido. Con su miserable sueldo de cuidador de borregos tenia que mantener a cuatro bocas y todavía tenia la mala suerte de estar viejo y el inconveniente de haber nacido pobre.

Dos horas después cuando la noche es más pesada y el frio te cala los huesos, don Feliciano me dijo así nada más, sin preámbulos:
— Gaudencio a mi hija la vendí por trescientos pesos.
Hijo de toda su madre, pensé, vendió a la chamaca por tan poco, hasta yo la hubiera comprado, hubiera vendido por ella mi colchón y mi caballo, el negro que tanto me gusta.
Pero créanme cuando se los dijo, el dinero no le duró mucho, yo lo vi, se los digo de verdad. Esa misma noche tuvo que pagarle lo fiado al señor de los abarrotes que apunta de navaja le cobraba la deuda, también el muy pendejo se calentó demasiado y le agarró las nalgas a una puta que traía macho esa noche provocando así una pelea grande. Al final tuvo que pagar los desmanes que provocó, mesas quebradas, cristales rotos, y botellas despilfarradas, y aunque vendió su chamarra y se quedó con frio aun quedó debiendo la cuenta de la borrachera.


Francisco Rico Hernandez.

sábado, 20 de diciembre de 2008

Cielo Azul ( La cita/ Fragmento del texto)

Esa noche se puso su mejor ropa, un pantalón liso color café, una camisa manga larga color azul y unos zapatos negros enlucidos de punta. Le dijo a su padre cuando se fue, pero no le puso hora exacta a su regreso.
En las escasas citas que él había tenido o participado siempre la distancia lo ayudaba a pensar en algún tema que amenizara la tertulia, pero esta vez y para su mala suerte su invitada vivía al lado. Iván respiró profundo y tocó la puerta. Había planchado con tanto esmero su camisa que se lamentó cuando por obra del nerviosismo se le arrugó al agacharse para atar sus cordones. Él silbaba para disimular esos momentos escabrosos y justo cuando por fin el miedo le consiguió ganar, ella abrió la puerta y apareció disipando los fantasmas, las dudas, los miedos.
Matilde lucia bella y en su boca traía una sonrisa que iluminaba hasta el mismo sol. Por el contrario de Iván, ella no vistió tan formal.
— No cabe duda que eres un extraterrestre— le dijo ella—.
Iván se acomplejó y se sintió un idiota.
Caminaron hasta los columpios ubicados en el patio y conversaron bajo la luz de la luna. Nadie los interrumpió. El momento fue tan ameno que no sintieron pasar las horas, hablaron de sus gustos, de los viajes de Iván, del fútbol y de las motocicletas. También debatieron horas y horas al preguntarse ¿Porque el cielo era azul? Matilde disfrutaba la compañía de Iván, se cautivó y se rió de lo cómico que lucía un niño extraterrestre vestido de adulto.
Iván por su parte olvidó su timidez, se explayó y hablo sin pudor alguno. Si alguien hubiera sido testigo de esa conversación abría contado las veinte veces que Iván dijo mierda. Para la mala fortuna de ellos se abrió la puerta y la voz de la madre de Matilde destempló el momento. Al oír el llamado de doña Mercedes ella le dijo a su acompañante:
— Ven te la presento.
— No gracias, no estoy loco — dijo Iván—.
Total que él sucumbió a los encantos de Matilde y se dejó llevar hasta la puerta en donde los aguardaba la madre.
— Hola, buenas noches— saludó doña Mercedes—.
— Hola— dijo Iván al borde del infarto.

Matilde heredó de su madre la mirada ligera y tranquila y los ojos cafés dulces. Doña Mercedes aun mostraba los vestigios y encantos de su belleza que cautivó en sus tiempos de juventud.
Iván partió una hora después mostrando agradecimiento con sus nuevas amigas. Antes de irse ya había pacto encontrarse con Matilde en los columpios al día siguiente. Aquella noche Iván descubrió a un ser humano muy diferente a los demás, único, descubrió en Matilde la poca seriedad que a veces tienen las mujeres, escuchó hablar de las cosas que tan pocos hombres pueden escuchar, se sintió maravillado.
Matilde logró tener un conexo con Iván, se identificó con él y aun que lo negó sintió un hueco en el estomago cuando aquel extraterrestre pactó una nueva cita. Aquellos niños con el paso del tiempo sentirían el amor cuando es amor.




Francisco Rico Hernández.



(Fragmento del texto tomado del Cielo azul,
Del libro de La casa de la abuela y sus cuatro Generaciones perdidas de francisco Rico Hernández.)

martes, 16 de diciembre de 2008

Francisco viendo llover desde su ventana.

Francisco se había dispuesto a irse a la cama después de cenar en solitario en el comedor de su casa. Aquella acción de conciliar el sueño fue interrumpida por la intrépida certidumbre de encontrar en esa soledad ocasional la virtud extraordinaria de dejarse seducir por los encantos de la travesura y despilfarros de la libertad.
Era una noche de viernes que le daba el consuelo ameno a una semana febril de enero. Los padres de Francisco aquella noche habían asistido a una cena organizada por los compañeros ex universitarios con el único fin de recordar los episodios del desvarío febril de la juventud.
Como era hijo único, aquella ausencia de autoridad lo condenaba gratamente a ser el soberano absoluto de toda la casa. Francisco era un niño de doce años, con grandes ojos negros, no pasaba de los cincuenta kilos y tenia un lunar colocado en la parte izquierda del cuello; fue desde pequeño un niño muy solitario y tímido, por falta de habla su madre creyó que seria mudo, hasta que por fin, un buen día a la edad de tres años dejó atrás el lenguaje de las señas y se esmeró en decir sus primeras palabras.
Siempre fue un chico acostumbrado a obedecer y aprendió la gran virtud de ser inflexible a sus creencias, hasta esa noche en que lo dejaron solo.

Francisco no dejó ningún objeto colocado en su lugar aquella noche de viernes, la casa estaba perfectamente desordenada y envuelta en una algarabía y regocijo desmesurado. Era el momento idóneo para despabilar a los sentidos de la rebeldía y altivez de la libertad.
Desordenó su habitación, quemó un duende de peluche que le regaló su abuela y que tanto odiaba, recortó del álbum fotográfico a los primos que detestaba, orinó sin levantar la tapa del baño, debajo del colchón de la cama de sus padres sacó una revista para adultos que ojeó sin pudor alguno, también en esa ocasión de desosiego se fumó un cigarro de la cajetilla de su padre que guardaba en el buró de la sala, Francisco contagiado por la intrépida locura del despilfarro de la libertad mandó al diablo todo el protocolo que tenia que realizar todos los días antes de dormir; él no se bañó, no se cepilló los dientes, ni mucho menos se atrevió a rezarle al Santo que nunca le había cumplido un milagro. Francisco mandó al carajo a las normas y a la excelsitud aquella noche de viernes.

Mientras en el estéreo se escuchaba a todo volumen las canciones del Tri, él en su habitación se mantenía ocupado comiendo frituras, chocolates y dulces mientras veía en la televisión the Simpsons. Toda esa irreverencia iba por buen camino hasta que comenzó a llover.
Aquel acto intempestivo de la naturaleza destempló el momento. La lluvia caía torrencialmente, Francisco tuvo el presentimiento que algo cataclistico se aproximaba.
—Estúpida lluvia— alcanzó a decir mientras observaba por la ventana que la calle poco a poco se inundaba—.
Los minutos siguieron trascurriendo y la lluvia no escampaba. Francisco salió de su habitación y camino hacia la sala para apagar el estéreo, lo hizo, y después sonó el teléfono pero no se preocupó por contestarlo.
De regreso a su habitación él subió el volumen del televisor para sentirse mejor y no escuchar el estruendo de los rayos eléctricos que de un momento a otro se dejaron escuchar en el cielo.
Poco a poco comenzó a sentirse incomodo y a la vez un tanto nervioso a consecuencia de ser testigo de la tormenta que para él era la mas grande del siglo.

Las horas parecían transcurrir de prisa y la tormenta no mermaba su fuerza ni los rayos bajaban la guardia. Entonces sucedió lo inevitable; la energía eléctrica desapareció en toda la colonia, incluyendo la casa del soberano miedoso. Al encontrase en la oscuridad Francisco no pudo sofocar el grito, y casi a la velocidad de la luz su cuerpo se enfermó de miedo: no podía hablar, moverse, pensar. En ese estado permaneció cinco minutos, hasta que por fin logró salir de aquel periodo de pánico. Tenía la certidumbre de que sus padres no regresarían pronto a su casa, pro eso él tenia que enfrentarse solo cara a cara con sus miedos. Claramente trató con suma delicadeza recobrar el valor suficiente para encarar el terror que sentía cada vez que la lluvia venia acompañada por los truenos.
Recurrió a muchos métodos para olvidarse de la tormenta; cantó, gritó, se imaginó en otro lugar, y hasta trató de recordar las imágenes perturbadoras de la revista para adultos que se atrevió a mirar hace algunas horas atrás, cuando el mundo y él eran más felices.
Francisco aunque quiso ser optimista no encontró ningún motivo que lo exonerara del sufrimiento que le causaba aquel suplico de la naturaleza.

El reloj de la cocina anunciaba con su doces campanadas la media noche, misma que ostentaba miedos, sobresaltos y letanías.
Francisco trató de dormir, pero no lo consiguió. En su cama no encontraba la posición precisa para conciliar el sueño, se movía de un lugar a otro, se tapaba , se destapaba y hasta tuvo la idea de poner su cabeza debajo de la almohada para omitir los ruidos que provocaban la tormenta, pero fueron vanos intentos. Comenzó a cantar para dispar sus miedos y montar una atmósfera amena que le curara su desolación, y en ese instante sucedió lo que él tanto había esperado, la lluvia escampó.
Envuelto en una oscuridad Francisco se aproximó a su ventana, poco podía ver ya que los faroles de la calle no alumbraban a consecuencia de la falta de electricidad. Él con sus ojos miedosos vislumbró el inundamiento irrefutable de la calle, y el paso veloz de un perro, una banda sonora de grillos, y las ranas y luciérnagas que desfilaban en la Venecia improvisada. Después sintió un gran alivio y dijo:
— Por esta noche ya ah sido suficiente lluvia.
Y de pronto comenzó a llover.
— Maldición, no lo puedo creer— agregó furioso—.
Otra vez volvió a sufrir, esta vez la tormenta ya no daría tregua alguna, parecía que el cielo estaba condenado a romperse. Un gran miedo que no entendía de razones se apoderó de él, y este pobre chico ya no sabia que hacer para detener su martirio. — ¡Odio la lluvia!— gritó.
A continuación tomó su almohada y jaló un cobertor para meterse bajo la cama, donde allí rendido ya por el sueño pasaría la noche.
A la mañana siguiente sus padres entraron en su habitación y no lo encontraron acostado en su cama, su padre observó que las cortinas de la ventana estaban amarradas y alegremente le dijo a su esposa:
— Se ve que Francisco ya perdió el miedo por la lluvia, creo que ayer observó caer la lluvia por la ventana.
— También provocó un desorden en esta casa— agregó la esposa—.
— Aquí esta— dijo el padre—.
— Esta debajo de la cama, ahora mismo me va ha escuchar — apuntó la madre—.
— No amor, déjalo, mira se ve que ayer durmió como un angelito.


Francisco Rico Hernandez

lunes, 15 de diciembre de 2008

El caso de la rubia platino

Me adelantó un talón de setecientas, más gastos, sin contar otras quinientas en fichas del casino. mi último tren llegaba con retraso
Así que decidí aceptar el caso de la rubia platino. Yo era un huele braguetas sin licencia, quemado en la secreta por tenencia, extorsión y líos de faldas, estaba, como buen expolicía, a sueldo de un pez gordo, que sabia cubrirse las espaldas.
Ninguna zorra vale ese dinero, pensé mientras dejaba mi sombrero nuevo en el guardarropa, cantaba regular pero movía el culo con un swing que derretía el hielo de las copas. Cuando salió, por fin del reservado, sentí que las campanas del pasado repicaban a duelo, la última vez que oí esa melodía me recetaron tres años y un día, más IVA, en la Modelo.

Para jugar al Black Jack y ser un duro, andar escaso de efectivo es igual que pretender envidar, con un farol, al futuro, no por casualidad me temen en los casinos, me daban diez de los grandes
Por el caso de la rubia platino.
Los besos que te dan las chicas malas salen más caros cuando los regalan y huelen a fracaso, pero el croupier me echaba cartas buenas
y la rubia platino era morena y el caso era un gran caso. En un “pinton” del puerto de Marsella nos fuimos demorando, entre botella Y botella de Oporto: 'Los que pusieron precio a tu cabeza-
le dije exagerando su belleza,- se habían quedado cortos'-
Puede que me estuviera enamorando, porque, antes del café, cambié de bando, de hotel y de sombrero. Mi viejo puso un cuarto, con dos camas,
Fingiendo que la dama era una dama y su hijo un caballero. Ni siquiera, señores del jurado, padezco, como alega mi abogado, locura transitoria. Disparé al corazón que yo quería,
Con premeditación, alevosía y más pena que gloria.
Para jugar al Black Jack y ser un duro, andar escaso de efectivo es igual que pretender envidar, con un farol, al futuro, no por casualidad me temen en los casinos, me daban diez de los grandes por el caso de la rubia platino.

Para volver a ser alguien, en el ambiente, necesitaba un par de buenos clientes, algo para mis vicios y un despacho decente, no dan para comer las putas del barrio chino, todos los lunes no me encargan el caso de la rubia platino.
Para no ser un cadáver, en el tranvía, Aparte de tener gramática parda hay que saber, que las faldas, son una lotería; con luz de gas brilló mi lámpara de Aladino... me daban diez de los grandes por el caso de la rubia platino.

Joaquin Sabina

viernes, 12 de diciembre de 2008

Diarios de péaton

En el marco del ateneo Cosamaloapeño se realizó el primer café literario Diarios de Peatón,
en donde el publico que en su mayoría eran jóvenes escucharon el la intimidad de la conciencia
lo que los españoles nos heredaron: la palabra.
El evento se llevó acabo en la Sotaventina A.C los días 5 y 6 de diciembre del año en curso en
un tiempo aproximado de 3 horas. Desfilaron en el escenario; Sandy Perez Sanches, Nahara Cecilia Hernandez Alvares, Ivan Barrientos Figueroa y Francisco Rico Hernandez. Tambien
participaron algunos invitados como; Cesar Perez Sanchez y Alan Barrientos Figueroa que es
un artista plástico que en sus obras utiliza al rresiclado.
La tertulia estuvo amenizada por poemas de ; Jaime Sabines, Octavio Paz y Francisco Rico, por igual se narraron algunos textos,diálogos,monólogos y criticas de autores como: Gabriel Garcia Marquez, Frank kafka, Emilio Carballido, Claudio Solano y Francisco Rico.

Fue un evento ameno e interactivo el cual se disfrutó a conciencia, en cada bloque tomaron un receso para degustar un buen café y un par de galletas, y un buen cigarro, todo eso lo otorgoo de buena voluntad el patrocinador el cafe La casa de la abuela.
Aquellos días la juventud de Cosamalopan se dejó seducir por los encantos de la literatura.





Posdata; Aquella noche fue una gran oportunidad de mandar al diablo a la solemnidad que a veces se presentan en estos eventos literarios por eso tuve la sensacion y el descaro de fraguar con mis amigos un evento literario totalmente irreverente, donde uno podía conversar agusto con sus amigos, fumar, tomar un café, y recordar los episodios de vidas vividas individualmente en tiempos remotos, añejos, glorias de un pasado tan pasado.
No se que hubiera hecho sin la ayuda de Sandy que apesar de que estaba enferme nunca me dio un No como respuesta, a Ivan igual le agradezco que nos haya divertido como lo hizo esa vez, aunque no sabia leer muy bien, ese tipo hizo reír a todo mundo con sus manera tan disparatada de improvisar, a Nahara le agradezco que nos haya deleitado el oido con su voz tan hermosa y apesar de que es la mas niña de todos, 13 años no se dejo intimidar.
Amis invitados le agradezco que asistieran, también al publico, a Pedro, Abad, a la Familia Sanchez, a Deborah y a todos los que nos apoyaron, muchisimas Gracias, y le aseguro que amenazo con regresar.

Saludos para todos, la vida es bella.
atte; Francisco Rico Hernandez

jueves, 11 de diciembre de 2008

jueves

DA LA CASUALIDAD QUE UNO SIEMPRE BUSCA LO LUGARES MAS AMABLES PARA ESCRIBIR, CLARO
JAMAS ESOS LUGARES SON LOS MAS APROPIADOS, UN EJEMPLO DE ESTO EN MI VICIO VAGABUNDO DE ESCRIBIR EN LOS SITOS MENOS A GUSTO, COMO; HOTELES, CAFÉS, CENTRAL DE AUTOBUSES, SALA DE ESPERAS DEL IMSS , Y SALA DE ESPERA DEL DENTISTA, O IGLESIA, Y EN LOS PANTEONES O EN CUALQUIER RINCONSITO DE LA CALLE.
SIN EMBARGO HOY, LAS ASTUCIAS DE MI LIBERTAD E IMPREPIDAS SEDUCCIONES DE LA HOJA EN BLANCO ME DIO EL LUGAR EXACTO PARA ESTE DIA; LA SALA DE ESPERA DEL IMSS. QUE CLARO ESTA QUE NO ES NADA APROPIADO PARA ESCRIBIR, PERO ASI LO HICE.
LLEVE EN BORRADOR UN TEXTO LLAMADO FRANCISCO VIENDO LLOVER DESDE SU VENTANA DONDE NARRO MI TERRIBLE MIEDO QUE SENTÍA POR VER LLOVER, Y MI ODIO POR LAS TORMENTAS Y RAYOS ELÉCTRICOS, CLARO EN AÑOS ANTERIORES CUANDO TENIA 10 AÑOS Y ME TOCABA QUEDARME SOLO EN CASA.
TOTAL QUE EMPECÉ A ESCRIBIR MIENTRAS LAS COQUETAS NIÑAS DEL SERVICIO ESCOLAR ME MIRABAN, DESPYUES DE TERMINAR MI PRIMER HOJA, OBSERVÉ A MI AL REDEDOR Y MIRÉ A UNA ANCIANA BASTANTE IMPRESENTABLE, UN POCO LOCA, MAS BIEN DICIENDO DISPARATES Y AVENTADO MADRES SIN PUDOR ALGUNO, NO PUEDE EVITAR REÍRME. DESPUÉS NO ME EFECTO EL DESCUIDO DE LOS DOCTORES DE MIERDA QUE TE HACEN ESPERAR MIENTRAS UNO SE QUEJA DEL DOLOR Y ELLOS COMIENDO AMABLEMENTE UN VOLOVAN Y TOMÁNDOSE UNA COCA-COLA, EN EFECTO RECORDÉ ESTE NO ES UN BUEN LUGAR PARA ESCRIBIR,PERO ME SENTIA TAN CÓMODO E IMPERTINENTE QUE AHÍ ME QUEDÉ.
ANTES DE IRME AYUDE A UNA SEÑORA A LLEVAR A SU HIJO EN UNA SILLA DE RUEDAS A UN TAXI, DESPUÉS FUI AL BAÑO Y ABANDONÉ AQUEL BUEN LUGAR QUE SIN LUGAR A DUDAS MAÑANA VISITARÉ.

martes, 9 de diciembre de 2008

40 horas.

Escucho por la ventana que afuera hay un concierto de grillos y una manisfestacion de
perros que les ladran a los fantasmas de la madrugada, la dulce luz de la luna se refleja en mi colchón
y el gélido viento me cala los huesos, el insomnio me amenaza y observo la hora exacta que anuncia que esta noche
no hay acción en la tv.
A estas horas entra en escena la inmaculada moralidad que no tuve el valor de perderla unas horas antes con ella, mi conciencia esta resentida con el tiempo, por no dejarme darle de comer a los sentidos.
Trato de inventarme para estos dos dias mi rutina; vista al periódico, programa de radio, y evento del Imss a cargo de mi tía, al cual asistiré solo por la comida gratis, después, gracias a Dios me toparé con ella, y las 40 horas que esperé para verla abran valido la pena. imaginense ya la estoy extrañando y me tengo que aguantar las ganas barbaras de coincidir con ella, esperaré viendo la desierta noche a que el sueño venga por mi y se haga menos este suplicio de las 40 horas.

Suavesito como las nubes de algodón me acaricia su recuerdo, su risa y su belleza angelical me desteplemto .
Espero que ella este pensando en mi, y que las liturgias de las matematicas, tiempo y espacio se coman esas 40 horas
que hacen falta para verla.

lunes, 8 de diciembre de 2008

Cuando uno esta enamorado

Cuando uno esta enamorado la noche dura un poco mas.
Cuando uno esta enamorado los cuerpos se transforman a la virtud de la inconsciencia,
Cuando uno esta enamorado ya no hay espacios desocupados,
y el tiempo es solo un pretexto.
Cuando uno esta enamorado lo tangible lo vuelve loco, sordo e
inmune.
Cuando uno esta enamorado a prende a sobrevivir muerto de amor estando
vivo.





Un poema para Devora
uno no puede decir mucho mas de lo que calla, justo cuando lo que uno esta añorando lo mira
de frente, con esos lindos ojos que evenenan y dan vida.

Puebla. noviembre del 2008